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miércoles, 22 de julio de 2020

HISTORIA DE VIDA CONTADA DE... MISERIA, TRISTEZA, LUCHA Y ESFUERZO, PARA LOGRAR EL ÉXITO SOÑADO...


Cuando tenía once años perdí a mi padre. Éramos siete hermanos y mi pobre madre que enferma y débil se levantaba todos los días a trabajar, trabajaba limpiando la casa del propietario de los campos de maíz en donde casi todo el pueblo trabajaba, sin mencionar que lavaba y planchaba la ropa del caporal y su esposa entre otros pueblerinos.
Era la madre más linda de cabello blanco: una mujer adorable. Yo era el hermano más grande y seguía mi hermano José de apenas 7 años. No tuve tiempo de llorar a mi padre inmediatamente: comprendí que tenía que ayudar a mi familia.
Conseguí trabajo en el campo, una jornada de 10 horas por 34 pesos diarios. Era mi primera semana y ya no aguantaba la espalda, el calor, estaba muerto. Escuché hablar a unos compañeros del hartazgo que sentían de trabajar ahí. Trabajaban mucho por poco dinero, era una injusticia necesitaban una recompensa, irían terminando la semana a la cantina. Me invitaron y acepté.
Dividí mi dinero, gasté la mitad y la otra mitad la llevé a casa. Cuando llegué a casa descubrí que había una porción de frijoles para cada quien. Estaba enojado, frustrado. Le di la mitad de mi dinero a mi madre y le dije que fuera a comprar más comida. Mi mamá me miró a los ojos y se hecho a reír, dijo que con ese dinero debíamos sobrevivir toda la semana. Me dio una palmada en la espalda y me dijo que ya aprendería. En ese momento -con lágrimas en los ojos- comprendí que la prioridad era mi familia que no podía darme el lujo de beber en la cantina con mis "amigos" . Trabajé muy duro y cada centavo lo entregaba a mi mamá, me olvidé del cansancio, del dolor, solo quería hacer feliz a mi madre.
Un cierto día me cambiaron de cultivo el trabajo. Era aun más pesado pero pagaban 7 pesos más. Valía la pena. Ahí conocí a Juan, nos hicimos buenos amigos y me contó de su vida. Era solo un año más grande que yo, no sabia leer ni escribir, pero había escuchado en la tele que la moneda americana valía mucho más que la nuestra. Quería ir allá a trabajar y abrir un puesto de comida. Ya tenía algo de dinero ahorrado. Me pidió que fuera con él. Dijo que allá tendríamos más oportunidades y acepté. Y así a los 13 años me fui de mojado al otro lado.
Conseguí un trabajo de recolector, pagaban 87 centavo la hora. Juan consiguió un trabajo de ayudante en un local de comida rápida, le pagaban a 1 dolar con 30 centavo la hora.
Juan vivía y ahorraba la mitad de su dinero. La otra mitad la enviaba a México.
A mi únicamente me alcanzaba para mandar a México. Vivía en las calles, a veces en un albergue y apenas comía. Apenas vivía, pero no perdía la esperanza. Vivía entusiasta esperando una mejor oportunidad.
Un buen día el capataz notó mi esfuerzo y me dijo que me consiguiera unas garras y podría conseguirme una entrevista de trabajo. Un buen amigo suyo acababa de abrir un restaurante y necesitaba un mesero. Finalmente la vida me había dado una oportunidad, estaba feliz, pensé guardar el dinero de esa semana para comprar algo de ropa, no importaría, después le enviaría mas a mi madre vivirían mejor, mi madre estaría feliz.
Pero cuando llamé a casa me encontré con una triste noticia: mi madre había empeorado. Habían descubierto un tumor y estaba al borde de la muerte: necesitaba una operación muy cara. No solo necesitaba el dinero de esa semana, necesitaba más.
Desesperado acudí a Juan por ayuda y le pedí unos dolares. Juan me miró a los ojos y me dijo que me los daría con una condición, "¿cuál?" le pregunté, "utilízala para comprar algo de ropa, un corte de cabello y algo de comida. Asiste a tu entrevista, no lo envíes a tu madre”, QUE?!! no podía ser cierto, mi madre era más importante que cualquier trabajo. Juan respondió: "claro que lo es, pero si en verdad quieres ayudarla, deberás hacer esto que te pido" confundido acepté, envié el dinero de mi semana a México y con el dinero de Juan compré lo necesario para asistir a mi entrevista.
Conseguí el trabajo, pagaban a 2 dolares la hora mas propina, además me darían una comida diaria. El trabajo era sencillo y trabajaba solo 8 horas. estaba feliz, pero debía enviar todo el dinero a casa y no tendría para pagarle a Juan. Cuando terminó mi primera semana me acerqué a él con 1dl y le pedí una disculpa no podía darle más, pero le daría 1dol cada semana hasta pagarle todo. Juan dijo que entendía mi situación que no tenia que preocuparme ni presionarme para pagarle lo que me había prestado.
Yo seguí pagándola semana tras semana, hasta que pagué la operación de mi madre. Esa misma semana me acerqué a él con el resto del dinero y Juan me dijo "no, deberás continuar pagándome un dolar por semana como habíamos acordado" y yo le respondí "ya no es necesario, mi madre está bien, he pagado su operación" "si," me dijo Juan "pero ahora faltas tú".

Así empecé a guardar todo el dinero que podía. Trabajé muy duro. El restaurante creció y creció, teníamos muy buenos clientes y me ascendieron a supervisor. Ganaba 20 dolares la hora y era el trabajo mas sencillo que había podido imaginar.
Pronto pude volver a México. Tenía suficiente dinero y compré 10 hectáreas que estaban casualmente en venta. Sembré y contraté empleados. No les pagaba mucho ni poco, solo lo suficiente y los motivaba cada día a crecer, a buscar algo más de su vida. Era muy querido en el rancho y en mi cumpleaños me hicieron una fiesta: todo el pueblo asistió.
Ahí me encontré a aquellos viejos compañeros de trabajo. Muchos vivían en casa de sus padres con sus esposas y sus hijos, otros eran solteros y otros habían heredado las casas. Se veían viejos, acabados y cansados, con los zapatos viejos. Me acerqué a ellos con el afán de ayudarlos, pero cuando me acerqué a platicar con ellos. Me di cuenta de que aún seguían gastando todo su dinero en la cantina, gastaban más en alcohol de lo que ganaban. Estaban endeudados con medio pueblo.
Yo estaba triste, quería ayudarles y llamé a Juan, para contarle. El, que se había convertido en un señor muy sabio, era feliz, estaba ya casado y había logrado ser dueño de una franquicia de comida rápida con sucursales en todo el país, me dijo algo que cambió mi vida: "has visto a aquellas personas que han vivido toda una vida de injusticias. Que trabajan duro todos los días, que son explotados, maltratados y viven marginados. Comen poco, luchan, se esfuerzan y no tienen la oportunidad de estudiar. No pueden salir adelante ya que sus responsabilidades los obligan a no poder tomar un riesgo. Deben tener un ingreso seguro para su familia, para pagar un hospital, para intentar darle a sus hijos un poquito de educación algo que ellos no pudieron tener. Ayúdales, ahora eres el jefe, valora su esfuerzo y demuéstrales respeto. Dales oportunidades que merecen pero jamás pensaron que podían obtener. Pero aquellas personas que han decidido no esforzarse, que se han dedicado a quejarse, que han preferido los vicios a la vida, aquellos que no luchan que no se esfuerzan, ellos y nosotros empezamos de la misma manera, teníamos las mismas capacidades, ¿cuál es la diferencia entre ellos y nosotros? ¿crees que fue Dios? ¿crees que fue la suerte? ¿crees que fue E.U.A?".
Yo lo interrumpí, "Juan pero ellos también han trabajado 10hs diarias a veces mas por ese misero sueldo, ellos también se han esforzado ellos también han luchado". "NO" me interrumpió Juan, “ellos se han levantado todas las mañanas a trabajar, cualquiera puede hacer eso si está en necesidad. Luchar, ser un guerrero es dar un poco más. Un guerrero es aquel que cansado y en frustración, recibe algo de dinero y decide comprarle algo de proteína a su familia en vez de gastarlo en vicio. Un guerrero es aquel que sin importar las injusticias mantiene su optimismo, guerrero es aquel que busca la manera de acabar con las injusticias, no aquel que busca ahogarlas en el vicio, ¿sabes cual es la diferencia entre ellos y nosotros? te vuelvo a repetir" -cual Juan- "no es el dinero, no fue suerte, no fue E.U.A. no fueron las jornadas de trabajo, no fueron nuestros sueldos, ni nuestros patrones Juan... La diferencia fue únicamente una decisión, un sueño, un deseo y la paciencia y fortaleza de nunca perder la esperanza de conseguir cada sueño siendo siempre constante. .
Colgué el teléfono. Estaba impactado, no sabía que pensar. Salí a tomar aire por un momento y ahí me encontré a un viejo vecino, me platicó que había trabajado muy duro y que lo habían ascendido a capataz. Era casado, tenía una hija. Era feliz.
Caminé un poco más y me encontré a otro amigo mío. Era un campesino, seguía ganando lo mismo 41 pesos al día, 10 horas diarias, aun vivía con sus padres. Pero había administrado bien su dinero, había ayudado en casa y había guardado un poco, con el resto había viajado a la ciudad para ir a la biblioteca y a comprar algunos libros. Era muy culto mucho mas que otra persona que hubiera conocido. Era miembro de un programa de ayuda al campesino y era feliz. Juan tenía razón, no tenía nada que ver con el dinero.

Para algunos la felicidad está en una familia, para otros está en la justicia. Otros en ayudar a otras personas, otros en ser personas letradas. Otros en ser profesionales, unos quieren ser famosos, otros quieren libertad, otros ser capaces de darse el gusto que quieran cuando quieran. Todos somos diferentes, pero tenemos algo en común: para conseguir lo que queremos debemos luchar, y evitar distractores que entorpecen tus pasos y tu mente. Libérate de adicciones, libérate de actividades improductivas. En lugar de ver programas sin sentido, lee un libro... investiga, como puedes ayudarte, ayudar a la sociedad, a la naturaleza y lucha por tu felicidad. Seguro la encuentras.

De las luchas profundas surgen las almas más fuertes y los caracteres más sólidos... Se pueden reconocer por sus cicatrices.
Deja de quejarte que la vida es dura, que es cruel y muy injusta. Levántate y pelea. La vida es de valientes y quejarse es de cobardes.
 Aunque no lo creas, tú puedes ser lo que piensas. Si crees que no puedes, no podrás, aunque tengas la capacidad. Si dices yo si puedo y lo decretas, podrás hacer lo que te propongas. Cuando descubras el poder de tus pensamientos, tu vida cambiará para siempre.
Triunfa el que a pesar de los problemas se levanta todas las mañanas dispuesto a hacerle frente a la vida. Quien con lágrimas en el corazón, es capaz de regalar una sonrisa. Quien todavía cree en los sueños, en un te amo y en un abrazo sincero. Quien sabe llevar de la mano su propia vida, dándole sentido...Donde quiera que estés ...Que Dios te bendiga.

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