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sábado, 12 de febrero de 2011

¿QUE ES EL SER HUMANO SIN DIOS?





Sin Dios eres nada
De Jehová son los pasos del


hombre; ¿cómo, pues, entenderá el


 hombre su camino? Proverbios


 20:24.
No fui yo. No pude haber sido yo, se


 lamenta Hilda. Y llora. Llora el dolor


 de su realidad. La joven tiene solo


 15 años; una flor que se abre a la  


vida, regada con sus propias


 lágrimas.





Lágrimas de dolor. Gotas


 de arrepentimiento. Mueve la


 cabeza de un lado al otro, e insiste: 


-No fui yo.




Como si el negar la realidad pudiese


 hacerla volver atrás, escoger otro


 camino, buscar otra vereda


.
-¿Cómo fui capaz de destruir el


 sueño de mis padres, y el mío? ¡No, 


no pude haber sido yo!


Pero sí lo era. Había sido ella misma 




quien, jugando al “amor”, se descu


 briera esperando un niño. Ella, que 


no pasaba de ser una simple niña.






Nadie entiende las razones del alma


. El corazón es misterioso e incom­


prensible; te confunde, te engaña,




 te miente. Te hace creer que estás


yendo al paraíso, y te conduce a la 


muerte.


Los años pasan. Creces. Te vuelves


 adulto… Y el corazón te sigue


 traicio­nando. No logras 


comprenderlo. Lloras repetidas


 veces sobre leche derrama­da; el


 agua que se fue, que se perdió,


 llevando tus sueños tierra adentro,


 para mojar la semilla del dolor,


 haciéndola brotar en forma de


experiencia




.
Te preguntas: ¿Por qué? Gritas: ¡No 


fui yo! Pero, eres tú y lo sabes. El 


texto de hoy es tu respuesta. Al


 Señor le pertenecen tus pasos; solo


 él sabe las verdaderas necesidades 


de tu loco corazón.





Tú no. Tú


 piensas que lo sabes; imaginas que 


lo entiendes todo. Crees saber hacia


 dónde vas, pero el tiempo se


 encarga de mostrarte lo equivocado


 que estabas.


Solo en Jesús tus desencuentros se


 encuentran; solo en él tus 


desvaríos se descubren. Únicamente 


en Dios dejas de correr sin tregua, 


buscando lo que no sabes. En él,


 finalmente, tu no ser se transforma


 en ser.


Por eso hoy, antes de abrir las 


ventanas de tu vida al nuevo día, 


vuelve los ojos a Dios, como la flor 


hacia el sol, buscando vida. Abre tu 


corazón al Espíritu, como la tierra 


seca al rocío de la mañana.








No salgas solo. Andar solo es andar 


a ciegas; vivir solo es morir en vida. 


El arco iris pierde su color. Resta 


solo agua, sin sabor ni color. 


Acuarela muerta. Flor marchita.






Jamás te olvides de que: “De Jehová 


son los pasos del hombre; ¿cómo, 


pues, entenderá el hombre su 


camino?”



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